Estas últimas fueron resultado de la expansión territorial de Estados Unidos, que se venía desarrollando desde antes de la Independencia de las Trece colonias inglesas, incentivada por colonos norteamericanos al estilo de los pioneros Daniel Boone y George Rogers Clark. Ellos querían apoderarse de las tierras del oeste, abiertas a la colonización por las ordenanzas de 1785 y 1787.
Gracias a esas disposiciones, muchos montañeses, veteranos de las guerras, numerosos ciudadanos pobres, inmigrantes y, sobre todo, compañías especuladoras y plantadores del sur, ocuparon magníficas tierras con grandes facilidades, expulsando a las poblaciones indígenas. Detrás de este proceso también se encontraban las necesidades de la economía algodonera esclavista, de carácter extensivo, que vorazmente reclamaba nuevas áreas que poner en explotación.