Al comienzo del siglo XXI podemos echar una mirada sobre la abundante cosecha de luchas sembradas a lo largo del tiempo por cristianas y cristianos de la base, cuyas creencias religiosas sostienen sus afanes cotidianos por sobrevivir y por lograr que florezca la justicia. El autor deja claro que el quehacer teológico hispano/latino no es monolítico, sino que es un trabajo enriquecido con diferentes perspectivas, todas ellas enraizadas en las luchas de nuestro pueblo. La teología hispana/latina es tan mestiza/mulata, tan híbrida, como nuestra cultura, como nuestro idioma, como nuestra cotidianidad.