Luis Arturo Ramos divide metodológicamente el cuento en tres instancias básicas: acción, personajes, atmósfera. Desde esta perspectiva, un buen relato (o al menos uno equilibrado) sería el que lograse armonizar las tres. Ahora bien, las reglas de la armonía pueden ser el primer paso hacia el desorden: para causar un extrañamiento o una inquietud en la lectura, ¿por qué no desequilibrar la narración, por ejemplo atenuando la primera instancia (acción) e intensificando las otras dos (personajes, atmósfera)?