Pero si la razón última de un ser vivo es la perpetuación de sus genes, ¿hay algo que diferencie en esencia al ser humano de otros seres vivos? Lo más obvio es nuestra capacidad intelectual, que, hasta donde se sabe, es superior a la del resto de los animales. Algunos autores argumentan, además, que los humanos adquirimos nuestras habilidades y conocimientos mediante el juego; otros se refieren al uso de las emociones y del lenguaje para comunicarnos o que empleamos herramientas para conseguir nuestros fines.