Nina tiene veinte años y dos caras. Tiene días buenos en los que va a la universidad y queda con sus amigos. Aun así, se siente desconectada del mundo, una sensación que la desborda en los días malos, cuando se encierra en su habitación y, profundamente triste, no tiene energías para hacer nada. Animada por sus padres, Nina accede a ir a terapia. Allí conocerá a Amalia, quien la ayudará a reencontrarse con la Nina de cinco años, aquella que tuvo una infancia dura y que no deja crecer a una chica que ya se ha hecho mayor. Nina aprenderá a lidiar con el trauma, a conocerse a sí misma y, finalmente, a cuidarse.