Diferentes razones tiene la muerte

Ambicioso y altivo, dejaba para después, para cuando tuviera el dinero suficiente, el propósito de vivir su vida.

Porque si bien es cierto que no todo anormal se transforma en delincuente, infaliblemente todo delincuente es un anormal.

sé en realidad lo que sucedió, pero no creo que Armando ayudara a la muchacha con la condición de que se casara con él. Esas cosas se hacen por cariño... por amor... nada más...

—Ajá.

—Si no, pierden todo el mérito que pudieran tener.

—Pero si la muchacha a quien él ayudó, lo quería también...

—¡Ah!, entonces cambian las cosas. Ya no es cuestión de premio o de gratitud...

—Sino de cariño mutuo.

—Exactamente.

Sombras... sombras... ¿Serían fantasmas? ¿Serían personas? ¿Serían, en suma, imágenes de la vida? Porque dice Shakespeare que “life is but a walking shadow”. ¿Será a su turno la muerte una sombra inmóvil?

Juan hubiera querido ser el único hombre en el pasado, presente y futuro de Georgina. Y ahora, una sombría sospecha iba cayendo pesada en su mente.

Ambicioso y altivo, dejaba para después, para cuando tuviera el dinero suficiente, el propósito de vivir su vida. Hasta ahora, sus diversiones habían sido las de cualquier joven de la clase media mexicana; y sus amores, intrascendentes.

Enjugó sus lágrimas y trató de rehacerse. Recordó lo que frecuentemente leía en el Para Ti y en La Familia acerca de que depende de las esposas que sus maridos las quieran. Esas mujeres que escriben así deben saber lo que dicen.

Abel, con sus hermanas siempre a cuestas, había abandonado la señorial Morelia para buscar un empleo en la capital, y allí estaba, desde hacía años, convertido en una triste unidad biológica más de la colmena burocrática; precisando, del panal de la Secretaría de Hacienda.

El agrarismo había privado a la familia de la única hacienda que poseían en tierras michoacanas.

El sol, dueño y señor de esas regiones floridas y Injuriantes, fue amortiguando sus fulgores.