El misterio de la creación de la música y la admiración que produce se extiende de manera natural a los compositores. Esos talentos casi incompresibles, por la hondura que alcanzan, por la sensibilidad que demuestran y nos despiertan, parecen pertenecer a una esfera distinta de la humanidad. Como si estuvieran al margen del curso corriente de la existencia, como si les pasaran cosas abismalmente distintas de las que vive el resto de los mortales. Y sucede que no es así. Tuvieron vidas humanas, quizás, y este es el punto, demasiado humanas. Sobre todo en los sentimientos.
Con una prosa deliciosa, con erudición amable, y sobre todo con empatía, en Músicos apasionados, Hugo Caligaris narra las historias de amor de catorce inolvidables compositores: Vivaldi, Berlioz, Mozart, Schumann, Brahms, Bach, Tchaikovsky, Mendelssohn, Wagner, Mahler, Debussy, Chopin, Alban Berg y Beethoven. Como en un carrusel de arte y emociones, descubrimos grandes desamores, obras compuestas por una mujer o para olvidarla, escenas de lujuria, tristeza y celos, abandonos y reencuentros memorables. En medio de ese torrente de emociones, que marcó a diario la vida de estos músicos, surge una música inmortal, que todavía nos conmueve. No es ocioso descubrir que muchas veces una sinfonía, un lied o una sonata surgieron gracias a la figura de una mujer o un hombre, a sus palabras o a su deseo.