Azotado, golpeado y abusado durante el primer año de su vida, Dylan fue finalmente dejado atado a las puertas de un santuario canino, con una nota que decía sobre su tratamiento. Sin embargo, el destino le sonrió al pequeño terrier Bedlington, ya que el autor y su familia lo adoptaron ese mismo día, y Dylan comenzó su vida como parte de la Familia de Perros Rescatados del autor y ha estado con ellos más tiempo que cualquiera de sus otros perros.
Desde su aparición en una exposición canina nacional, hasta la persecución de ardillas en el bosque, Dylan ha llevado una vida maravillosa y feliz desde que fue rescatado.
Ahora con quince años, casi sordo y ciego, y habiendo sobrevivido a dos derrames cerebrales, Dylan sigue lleno de vida, y haciendo honor a su apodo de “El Bedlington Volador”. Esta es su historia.