Es una fábula moralista que presenta dos planos: el protagonista, un gato afortunado, vive encerrado en una torre de cristal y tiene curiosidad. Explora el exterior, la libertad, pero también los riesgos y las penurias. Tiene la oportunidad de elegir y de regresar. Acepta de buen modo su castigo. En tanto, el gato callejero sabe que en la calle está la vida de emociones y riesgos. Creo que Zola se equivoca en esta narración y abusa de la moral.
Los gatos, será que en parte que este amigo, tenga de humano lo que nosotros de animales…
Me encantó poder imaginar al gato gordo vagar fuera de su prisión.
Me gusto