Entre todos los seres
que temprano han salido a saludar el día,
esa estatua imprevista:
un hombre con un libro.
No corre con audífonos,
no toma fotografías con su teléfono
antes de integrarse al paisaje.
Sin moverse, como si no respirara
(porque está respirando de otra forma)
le da sentido a un libro de poemas.