No es falta de galantería, almirante, situar muy alto el derecho de una mujer a toda clase de comodidades personales... y eso es lo que hago. No me gusta oír hablar de mujeres a bordo, o verlas a bordo; y ningún barco que esté bajo mi mando llevará nunca una familia de damas a ninguna parte si puedo evitarlo.
Esto le valió el reproche de su hermana.
–¡Oh, Frederick! No puedo creerlo de ti. ¡Eso no es más que delicadeza superflua! Las mujeres pueden sentirse tan cómodas a bordo como en la mejor casa de Inglaterra