Inútil es decir que la Naturaleza se ríe en grande de ellos y de sus hipótesis, porque nada saben con certeza, como lo demuestran palmariamente las magnas polémicas que mantienen entre sí acerca de las cosas cuyo fundamento nos es desconocido; pero si bien es innegable que no saben absolutamente una palabra, esto no es obstáculo para que digan que lo saben todo; y el que no se conozcan a sí mismos, ni vean el precipicio en que pueden caer, o la piedra en que pueden tropezar, sea porque de ordinario son casi ciegos, sea por tener la cabeza a pájaros, no les impide tampoco ufanarse de percibir las ideas, las universales, las formas abstractas las quididades, las ecceidades, las formalidades, conceptos, en verdad, tan extremadamente sutiles, que, a mi juicio, no alcanzaría a descubrirlos ni el mismo Linceo.