—Fitzwilliam Cornelius Darcy, te admiro muchísimo. Por el trabajo que desempeñas, por cómo salvas vidas literalmente, por el respeto a tus principios…, eres la persona con más principios que conozco. Aunque eso suponga que a veces resultes insultante, eres la única persona que conozco, aparte de mí, que jamás miente. Y eres asombrosamente listo y, cuando no estás diciendo verdades hirientes, eres increíblemente atento, amable y honesto. Te quiero, Darcy: te quiero con todo el fervor de que soy capaz. Y quiero que sepas… —Uno de los dos, o tal vez ambos, estaba temblando; les temblaban las manos entrelazadas, y a Liz el corazón le iba a mil por hora. Levantó la mirada hacia él y dijo—: Quiero preguntarte si te casarías conmigo. ¿Me harías el honor de ser mi esposo?