Estambul, pleno invierno. Poirot decide tomar el Orient Express que en esta época hace su recorrido prácticamente vacío. A la mañana siguiente, cuando se despierta, descubre que un norteamericano, llamado Ratcher, ha sido asesinado. El asesino, sin duda, es alguno de los ocupantes entre los que se encuentran una altiva princesa rusa y una institutriz inglesa. Poirot ha estado presente cuando Jane hablaba de «deshacerse» de su marido, e incluso ha sido solicitado para ayudarla a conseguir el divorcio. Ahora, el hombre ha muerto. Y sin embargo, el detective belga no puede evitar sentir que las circunstancias no acaban de encajar. Después de todo, ¿cómo pudo Jane asesinar a su esposo en la biblioteca exactamente al mismo tiempo que era vista cenando con amigos? ¿Y cuál puede ser su móvil cuando el aristócrata finalmente le había concedido el divorcio? Justo después de medianoche, una tormenta de nieve detenía el Orient Express en su marcha. El lujoso tren se encontraba sorprendentemente lleno para la época del año. Pero al final de la noche había un pasajero menos. Un americano yacía muerto en su camarote, apuñalado una docena de veces y con la puerta cerrada desde el interior. Con la tensión en aumento, es el turno de Hercule Poirot para encontrar no una, sino dos soluciones al caso…