Me gusta la oralidad chilena, el abandono y vagabundeo de Valeria ante una relación que parece paraje del fin del mundo. La visión de las medusas es verdaderamente bonita. Tiene esa vibra de los cuentos actuales donde no te explican nada y tú tienes que ordenar el rompecabezas, pero te queda un sabor agridulce en la comisura de la boca al terminar el cuento.