En las silenciosas selvas de Bangladés, refugio de tigres y de cobras, empecé a entender el verdadero significado del nombre «madera de los reyes» gracias a los relatos de los dueños de un árbol, de su perfume y de su historia. Desde la Antigüedad hasta el siglo XVI, a esta madera se la llamó de distintas maneras: «madera de agar», en sánscrito; «madera de aloe», en la Biblia; «madera de águila», por los navegantes portugueses, y simplemente oud, por los árabes. También se la denomina «madera de los reyes», que quizá sea el nombre que mejor le va, en homenaje a su valor, a su singularidad, a su potencia y a su aura a través de la historia, en las cortes y los palacios, desde la India hasta Versalles.