Pero el mito de Atenas, gracias sobre todo a la mediación de las selecciones de las bibliotecarias de Alejandría y a la fuerza de la cultura romana –que neutralizó la peligrosa política de Atenas y, en cambio, enfatizó su papel cultural universal y emblemático–, por fin se impuso. No se comprendería de otro modo el esfuerzo ingente de las escuelas de retórica de todo el imperio, en las cuales se volvía continuamente a contar en forma de exercitationes la gran historia de Atenas,