Este
libro aborda dos temas estrechamente relacionados: los retos de la gobernanza
democrática en varios países de América Latina y las dificultades de encontrar
soluciones regionales a los conflictos nacionales de mayor trascendencia. La coyuntura política ha puesto a prueba la fortaleza de las instituciones
democráticas en muchos países latinoamericanos. En 2019 y 2020, en Chile,
Ecuador y Colombia se dieron vigorosas protestas que mostraban un malestar
profundo con respecto a los arreglos institucionales establecidos, la clase
política y los efectos del modelo de desarrollo vigente, y que evidenciaron un proceso continuo de deterioro y transformación de los acuerdos que habían
regido los procesos de democratización en la región a finales del siglo xx. En muchos países se profundizó el desgaste de los sistemas de partidos, los liderazgos políticos establecidos y las instituciones tradicionales de la
democracia representativa. En algunos, la alternancia democrática dio lugar a cambios que expresan una polarización en la orientación de los programas de gobierno y de las sociedades. En este contexto, hay síntomas claros de un
estancamiento del regionalismo latinoamericano en casi todas sus variantes,
mismo que merma la capacidad de acción colectiva.