Julio Perla Díaz nació en la Barceloneta a finales de los 70, y padece narcolepsia. Desde joven, su vida transcurre en las calles, jugando mientras es testigo de cómo se trapichea con la droga en cada esquina. Hasta que en 1989, un incidente en una manifestación contra el desalojo de los vecinos y chabolistas para adaptar el barrio a la “nueva Barcelona” previa a los JJOO, le cambia la vida convirtiéndolo en Julio el Perla, al tiempo que el entorno que conoció durante la infancia se trasforma. Julio se mueve como pez en el agua en las discotecas, colocando pastillas, tiene sus primeros lances sexuales y amorosos y, desde su barrio natal, pasa rápido a patearse la periferia de Barcelona. Y de allí, al mundo, de la mano de John Claudio, un capo colombiano que lo adoptará como discípulo. Las experiencias vitales del protagonista estarán condicionadas por sus trastornos narcolépsicos, con inesperados e incontrolables ataques de sueño que mantendrán al lector en la línea divisoria entre la realidad que se cuenta y la ficción provocada cuando Julio duerme. La novela ofrece, además, un reflejo fidedigno de la Barcelona de los 90, pre y postolímpica. Una década en la que el aspecto urbano y social cambió radicalmente en los barrios obreros y marginales, dando paso a la ciudad del diseño y la nueva arquitectura. Entre sus páginas, encontramos una realidad, la de la delincuencia y las mafias que operan en las ciudades que limitan con Barcelona, pocas veces narrada con tanta verosimilitud.