Aterricé sobre su pecho. Después de ese viaje me entregué a él, a sus cuidados, a su manera de hacerse cargo de todo. Me enrollé como una gata. ¿Por qué no iba a aceptar que me quisiera, que me diera de comer, que me pusiera mi platito de agua, mi platito de comida a los pies de la cama, mientras yo dormía, ronroneaba y lamía mi piel y sus dolores? Marcos me siguió doliendo mucho tiempo