Cuentos mexicanos

Para morir como una lámpara desde la madrugada, como el rescoldo de un brisa tersa; para morir, para suministrarnos la mano venidera del olvido.
J. C. Becerra

Pero usted sabe, cuando una enfermedad se prolonga demasiado, la gente se cansa de pensar en uno, se distrae, y poco a poco se interponen las idas al cine, a Chapultepec, las compras de la casa, el cuidado de los hijos, el cansancio.

Como si aquella lucecita que vi al abrir los ojos después de la operación en la sala de terapia intensiva se me hubiera metido dentro diciéndome que podría cambiar, que habría otras cosas más importantes que la maternidad.

Aunque el espejo había estado en la casa desde hacía años

Al gobernador, lo que lo pudrió de la situación en la sierra no

Íbamos a salir temprano a Monterrey

Martínez no podía hacer ya nada

Soy así —le aseguré

nunca había visto el “tacón

un espejo dice más de nosotros cuando está vacío