un nuevo sistema social, que en realidad no era más que un juego del absurdo, un «quítate tú pa’
ponerme yo», como rezaba un dicho popular. Le arrebataban el poder al rico y se lo entregaban al
pobre, que pasaba entonces a ser rico, ocupaba casas y propiedades y se sentía invulnerable. El círculo vicioso recomenzaba: siempre quedaba alguien abajo, aplastado.