Era el mes de enero y una gruesa capa de nieve cubría el suelo. Rolf, el repartidor de leche, y su hija Rosi, se quejaba del terrible frío; querían vivir en un lugar donde siempre hiciera calor. Así que un buen día Rolf cambió su camión repartidor por una pequeña nave espacial. Rolf y Rosi hicieron sus maletas, echaron llave a la casa y se apretujaron en la nave. –Adiós Tierra— gritó Rolf-. Adiós lluvia, granizo, nieve. Adiós y hasta nunca.