Amamos la rutina.
Nos gusta caminar sin pensar de la casa al café, seguros de que nuestros pasos esquivarán cada hoyo del camino y se detendrán, sin pensar, en cada esquina. Seguros de que nuestros ojos verán, sin mirar, la luz verde del semáforo y dirán a nuestros pasos, sin hablar, que la vía está libre, que no hay peligro, para que estos nos conduzcan a la mesa de siempre, sin preguntar