Supergigante

Sí, es posible. De hecho es bastante probable. Los ojos del chico estuvieron llorando hace poco y eso no tiene nada de malo, llorar forma parte del todo y atrasa el reloj, uno gana unos segundos, todo se vuelve más lento, y eso está bien.

Yo, por ejemplo, no me acuerdo de mi principio. Nadie se acuerda de su principio. Eso también es raro. De pronto, cuando nos damos cuenta, ya estamos sucediendo, ya vamos a la mitad, ya somos una persona.

Tengo todo el tiempo del mundo pero tengo prisa por llegar no sé a dónde y ni siquiera sé qué hora es, nunca sé qué hora es.

cosas que nunca aprendí a hacer y ahora ya es demasiado tarde, mi historia ya va a la mitad y yo sigo siempre hacia adelante.

Tengo 16 años y ni siquiera quería vivir en este lugar, en el planeta Tierra, en esta tierra de humanos, en un edificio que está en una esquina y tiene dos departamentos.

No, yo no quiero estar completamente solo.

Solo quiero que me dejen en paz.

Hubiera sido mejor que nunca hubiera sido abuela y que no hubiera llenado su casa de cosas, y tal vez se muera a la mitad de una frase, a la mitad de un pensamiento, tal vez vea atardecer a lo lejos y comprenda que eso es el fin, ¿y para qué? Para nada. Al final poco importará que haya sido abuela de alguien. Y a los demás también les va a pasar eso, se van a morir y punto, por eso es mejor no hacer nada, es mejor quedarse sentado en una silla de mimbre esperando algo, es mejor estar en pleno espacio, ardiendo como una estrella, en una explosión continua, o entonces caer por ahí como un meteoro o un meteorito, un pedazo de algo que ni siquiera llegó a existir, pero por desgracia yo no soy un meteoro ni un meteorito, soy el chico que corre siempre hacia adelante por un camino que va siempre hacia adelante y tengo prisa por llegar a algún lugar.

Hay gente que se amarga porque nunca le dan un abrazo y a mí me da miedo volverme así.

Hay gente que se amarga porque nunca le dan un abrazo y a mí me da miedo volverme así.

No volví a acordarme de él y ahora ya no hay nada que hacer, porque no había nadie más en el cuarto de las persianas.