José Clemente Orozco le cuenta a Agustín Aragón Leyva un encuentro con Revueltas. Éste le dice:
Acabo de conocer tus frescos, ya terminados, en el Hospicio Cabañas. Me pasé un buen rato ahí, acostado bajo la cúpula, pero vino un guardia, me obligó a incorporarme y me sacó del recinto. “¡Qué estupidez!”, responde el muralista. “En la Capilla Sixtina pasé horas tendido bajo la bóveda, y así hacen los que realmente quieren observarla”. “Bueno”, responde Revueltas, “pero había una diferencia. Tú estabas boca arriba y yo boca abajo” [citado por Teresa del Conde, La Jornada, 15 de julio de 2008].