Quebrada

Me llamo Lina Ramos, soy la esposa de Relicario Cruz. Hace tiempo le vengo diciendo que nos tenemos que ir, pero él no quiere. Se aferra mucho a esta tierra, dice que acá nacimos y que acá tenemos que morir.

la he visto pasar de la alegría de reencontrarse con su hijo a la tristeza por la muerte del hermano y ahora, encima, al estupor de que se hayan robado el cadáver. Y

El tal Ramos ya no estaba entre nuestros muertos

Soy el Tala, me dijo, y apenas me lo dijo se le llenaron los ojos de lágrimas, y yo asentí, y él me abrazó y ahí nos quedamos, los dos, en ese abrazo, como si el mundo pudiera acabarse esa noche

Le dije que daba gusto verlos juntos, que lo pensara. Es muy pronto, me dijo. No te creas, le respondí, la vida se pasa rápido

Cuando llegamos a la habitación, me agarró del brazo y me obligó a mirarla: usted llegó hasta acá con mucho empeño, no ande así, mirando el suelo. Eso me dijo. Yo casi me desmayo.

Cuando llegamos a la habitación, me agarró del brazo y me obligó a mirarla: usted llegó hasta acá con mucho empeño, no ande así, mirando el suelo. Eso me dijo. Yo casi me desmayo.

Cuando llegamos a la habitación, me agarró del brazo y me obligó a mirarla: usted llegó hasta acá con mucho empeño, no ande así, mirando el suelo. Eso me dijo. Yo casi me desmayo.

Cuando llegamos a la habitación, me agarró del brazo y me obligó a mirarla: usted llegó hasta acá con mucho empeño, no ande así, mirando el suelo. Eso me dijo. Yo casi me desmayo.

Cuando llegamos a la habitación, me agarró del brazo y me obligó a mirarla: usted llegó hasta acá con mucho empeño, no ande así, mirando el suelo. Eso me dijo. Yo casi me desmayo.