Esta novela apasionante está consagrada a una de las personalidades más altas de la sabiduría islámica y universal: el médico Ibn Sina -conocido en Occidente como Avicena-, uno de los primeros intérpretes de Aristóteles y proseguidor del pensamiento médico de Hipócrates. Este personaje no aparece en estas páginas sólo como héroe científico, sino también como reputado consejero político, proscrito y prisionero, amante, hombre lleno de interrogantes y de pasiones. Al final del largo trayecto que lo lleva a Isfahán, la ciudad sublime, el héroe encuentra la muerte, a los cincuenta y siete años, después de haber bebido a grandes tragos y hasta la ebriedad del saber y del amor.