Jorge Volpi recomienda “quemar este libro antes de abrirlo”, ya que «uno corre el peligro de quedar atrapado entre sus páginas”. Y es que en los cuentos que conforma esta obra, Ignacio Padilla muestra caracteres tan humanos que, más que pertenecer al mundo literario, parecen emerger de la realidad misma: terrena, intensa y desesperanzada. Atados por lazos de fraternidad ambigua, los personajes respiran una melancolía expresada en una prosa breve e intensa, tan característica del escritor y que lo ha hecho acreedor a los premios Juan Rulfo y Efrén Hernández.