El beso que desarmó al jefe
Brooke Nichols nunca había visto a su jefe, R. J. Kincaid, actuar así. Cierto que su madre estaba en la cárcel, acusada del asesinato de su padre, y que el hijo ilegítimo de su progenitor prácticamente le había arrebatado la empresa familiar, por la que tanto había luchado, pero eso no excusaba su mal comportamiento.
Como haría cualquier secretaria que se preciase de serlo, cuando estuvieron a solas, le sirvió una copa, y después otra… y aquello acabó en un beso… y dos. Si no fuese porque ocultaba un secreto que podía destrozar a los Kincaid, tal vez aquella fantasía no tendría que acabar.