Resulta completamente característico que los mensajes a todos los niveles recalcaran habitualmente las «obligaciones contraídas con el camarada Stalin», y no con el Régimen, el Partido o el país. Nada subraya quizá más convincentemente las similaridades de los dos sistemas como lo que Ilya Ehrenburg y otros intelectuales estalinianos tuvieron que declarar en sus esfuerzos por justificar su pasado o simplemente por informar sobre lo que pensaban durante la Gran Purga.