que es que somos todos propietarios, desde el jornalero mexicano hasta el minero negro sudafricano o el banquero de Wall Street. Ahora bien, ¿de qué somos propietarios exactamente, cuando, por ejemplo, no poseemos dinero ni objetos materiales? Somos propietarios de nosotros mismos: es decir, nosotros mismos constituimos nuestro propio capital. Cada uno es propietario de sí mismo, es decir, de su propio capital humano: propietario de su propia empresa, es decir, de sí mismo, que invierte su capital: de ahí la noción de capital humano: «La especificidad del capital humano es que forma parte del hombre. Es humano porque está encarnado en el hombre, y es capital porque es fuente de futuras satisfacciones, o de futuras ganancias, o de ambas.»