Quiero abrir la puerta y gritar: ¿quién no es impotente?, ¿quién no se siente solo?, ¿quién no está cansado?, ¿a quién no le duele la cabeza?, ¿a quién no le duele la espalda?, ¿quién no tiene insomnio? Idos a la mierda con vuestros lloros y vuestras quejas. Todos los años lo mismo. La mayoría de los dolores y de las enfermedades se pasan solos. ¿Sois conscientes de lo corta que es la vida y lo poco que podemos dar por sentado? ¿Cuáles son las probabilidades que tenemos de estar vivos? Más o menos las mismas que tendríamos de ganar el gordo de la lotería, es decir, casi ninguna. Y sin embargo aquí estamos. Menudo milagro y menuda maquinaria increíble es el cuerpo humano. Deberíamos arrodillarnos y dar gracias a Dios y al universo cada día que respiramos y caminamos y comemos por nosotros mismos. «¿Y por qué no valoráis más lo que tenéis cuando lo tenéis?», pero no consigo desarrollar del todo ese pensamiento, porque Tore me interrumpe.