Pasa las noches trabajando y escribiendo, mientras su mujer gime de dolor a su lado con los dolores del parto, mientras la epilepsia extiende ya sus garras para estrujarle la vida de la garganta, mientras la casera amenaza con la policía para cobrar el alquiler y la comadrona refunfuña porque no recibe la paga: escribe Crimen y castigo, El idiota, Los demonios, El jugador, esas obras monumentales del siglo XIX, esas creaciones universales que han modelado todo nuestro mundo anímico.