Tuvo una sonrisa amarga. Con la ayuda del alcohol y del humo, había tenido en el curso de las discusiones la impresión embriagadora de obrar, pero eran como el resto de su vida, actos postizos. Durante estos tres días sombríos, había comprendido: nunca le ocurría nada que fuera verdadero. A veces, mirando a lo lejos en la bruma, se percibía algo que se parecía a un acontecimiento o a un acto; la gente podía dejarse engañar; pero eran groseros espejismos.