Fue el 7 de septiembre de 1986, el mismo día del atentado a Pinochet en el Cajón del Maipo, cuando abandonaron su casa en Las Condes. Ese mismo domingo en que todo Chile estaba pegado al televisor siguiendo las noticias de un misil que jamás estalló, él junto a su madre, hermana y perro, huían de la violencia del padre. En pocos minutos cruzaron algunos barrios de Santiago y se instalaron a vivir en Campo de Deportes 402, la casa de su abuelo, el querido nono Mario.
Este es uno de los tantos recuerdos que se le vienen a la cabeza al protagonista de esta novela durante su vuelo a Chile. Una triste noticia lo trae de regreso en un viaje fugaz y repentino que lo conecta con hechos que marcaron su infancia y adolescencia, fantasmas y demonios que amenazan su estabilidad emocional.
Escrita en clave de autoficción, esta novela refleja también un pedazo de la historia de Chile en los 80, en un país fracturado y envuelto en una sórdida atmósfera social. Un relato íntimo que refracta la espesura de ese ambiente colectivo sobre la base de una pluma ágil, directa y sin desperdicios.