pienso en el vado inexplicable con el que se me pudo haber escapado la muerte de Tabucchi, como quien no se entera al instante mismo de que sucedan los dolores que aquejan a los amigos de veras, como si pudiésemos aliviarlos antes de que pasen, adelantándonos al azar o destino como quien escribe el epitafio de un poeta que aún tiene varios versos que escribir antes de poder tallar en piedra la despedida que le deseamos