Crecer es luz de auto-conciencia, la capacidad de la mente de mirarse a sí misma y la trayectoria de su vida. Crecer es el movimiento más profundo y vital del ser humano. Quedarse detenido es ceguera y parálisis con aroma a cementerio. Crecer es reconocer lo que se es y crear algo bueno con eso. Quedarse detenido es resignarse a ser una mala fotocopia de uno mismo. Crecer es saber que las cosas pueden ser mejores y seguir el impulso de hacerlo. Quedarse detenido es jugar al ignorante siempre dichoso, absorbido por sus ilusiones. Crecer es avanzar con la vida. Quedarse detenido es dejar que la vida pase de largo. Crecer es amar y realizar los sueños. Quedarse detenido es depresión contagiosa que inunda todo. Crecer es soltar lo pasado y abrirse a lo nuevo. Quedarse detenido es vivir de reminiscencias y repetirse a sí mismo. Crecer es voluntad de auto-expresión y de ser más. Quedarse detenido es vivir a gusto del consumidor. Crecer es abundancia. Quedarse detenido es subdesarrollo. Crecer es traspasar las fronteras del miedo. Quedarse detenido es demasiada cobardía para ser feliz.
¿Qué elegimos con más frecuencia: crecer o quedarnos detenidos? ¡Quedarnos detenidos!
Tenemos dificultades para sentir el presente y llegamos atrasados a la vida, más tarde de lo pensado para descubrir que de veras existimos. Pero si la vida anda siempre hacia adelante y el impulso esencial del alma es el auto-desarrollo, ¿qué nos detiene?