A diferencia de Freud, que alentaba la renuncia a las necesidades instintivas en favor de la comprensión de los valores culturales, hoy en día la solución del conflicto entre los deseos individuales y la adaptación social, forma parte de la madurez que emerge de la negociación creativa –a través de nuestra singularidad– de la calidad y lo genuino de nuestras experiencias. Sin embargo, establecer acuerdos equilibrados no es fácil. Ante la elección entre un punto de vista privado y otro colectivo, tocará a veces renunciar a nuestras preferencias. Si ese acto es consciente, también hay auto-expresión. Convivir con las restricciones y decepciones, no necesariamente conlleva una vida de renuncias, al contrario, las limitaciones estimulan el ingenio, incitan a sacar provecho de lo que se tiene a mano e, igualmente cumplir con lo propio. A saber, eso significa aprender algo nuevo y crecer.