Mientras los escuchaba, Neil se dio cuenta de que era feliz. La sensación era tan ajena e inesperada que perdió el hilo de la conversación durante un minuto. No era capaz de recordar la última vez que se había sentido tan incluido y a salvo. Era agradable, pero peligroso. Alguien con un pasado como el suyo, cuya supervivencia dependía de secretos y mentiras, no podía permitirse bajar la guardia. Pero con Nicky riéndose e inclinándose hacia él para hablar de uno de los goles de Neil, no pudo evitar pensar que quizás podía permitírselo, solo por una noche.