—¿Dónde están tus fantasmas? —me pidió, irritada.
—Mis… no lo sé. No tengo.
Se quejó.
—Todo el mundo tiene fantasmas… muertes de las que te sientas culpable. ¿Por qué no puedo ver las tuyas?
Thalía y Nico seguían en trance, mirando a la diosa como si siguieran viendo a sus madres muertas.
Recordé todos los amigos que había visto morir: Bianca di Angelo, Zoë Nightshade, Lee Fletcher, por decir unos cuantos.
—Estoy en paz con el os—dije—. Han cruzado al otro lado. No son fantasmas. ¡Ahora deja ir a mis amigos!