Pero, sin embargo, si hablo de manera serena, calmada, en tono normal, modulando lo que hablo, de manera asertiva y empática, sonriendo ligeramente, con movimientos suaves armónicos, va a ser mucho más probable que reduzca la posible tensión de la otra persona, serenándola al influirla mi tranquilidad y control o incluso que reaccione conmigo de modo positivo y amable.