madrastra intentará imponerse, para marcar su territorio, y pese a que es comprensible, ese lector –que no deja de ser el ojo que juzga y critica en la sociedad– no consigue ponerse en su lugar, puesto que la madrastra ha sido impuesta, elegida solamente por el padre. La madrastra de Carmen Laforet, por ejemplo, prohibió al padre que acompañara a su hija en coche al colegio, de modo que la escritora iba sola.