El lenguaje es un cabrón y el poema no lo condensa. Ya no aquí,
en Winter. Hace décadas Vallejo, Neruda y Parra acabaron con La Palabra mítico-atómica que concentraba en sí la totalidad de un mundo atemporal y sin cuerpo, aislando, dentro del lenguaje,
partículas de inocencia que sobrevivían sin remordimiento a cualquier masacre.
Subsistió, empero, este deseo radical de emancipación, este
proceso Winter, no estacionario, que elide el yo y la sintaxis para
liberar lo que queda de los sentidos –poesía aún— del lenguaje, ese “asesino” manipulado por los poderes. La vanguardia latinoamericana
fue la piedra de toque que nunca se convirtió en piedra. Al no
voltearse, lega la cabeza, no para repetir sino para ser arrojada a un vacío de amor, completo. Lo implacable de Winter pueden ser
señales de un frío venidero, pero sin santos. Señas registradas de modo sobresaliente en el movimiento mismo de la supervivencia.