Sonreí a los tristes, a los tímidos y sobre todo a los aburridos; a los amigos, a los ancianos, a los jóvenes, a tu familia y a tus adversarios.
Sonreí cada vez que te sea sencillo y también cuando más te cueste, y entonces aprenderás que si no lo permitís, nada es capaz de arruinarte tu alegría, ni siquiera la tristeza de tener que llorar de vez en cuando por algo doloroso.