Un artista en estado de gracia, el calendario marcando las últimas horas del milenio y un país a punto de colapsar se conjugaron para la creación de una obra imprescindible que nos permite comprender el rock nacional de las últimas décadas. A fines del siglo xx, Andrés Calamaro lograba llevar adelante una trilogía involuntaria de discos inspirados y complejos, Alta suciedad, Honestidad brutal y El salmón, que lograron conectarlo con la sensibilidad de su pueblo y con la masividad en ambos lados del Atlántico. Mientras tanto, Argentina se preparaba para enfrentar su peor crisis social, económica e institucional desde la vuelta a la democracia. Es así como Andrés Calamaro puso sus canciones en función de las necesidades del momento, forzó sus límites corporales en busca de inspiración, dejó una huella en la historia cultural de Argentina y, de paso, se convirtió en el rockero más arriesgado de esos años. En este ensayo Walter Lezcano indaga en las diferentes dimensiones de esta trilogía y de uno de los artistas más notables de la música popular argentina e hispanoamericana en uno de sus periodos más profundos, notables y luminosos.