Nunca pensé que las diferencias provinieran del dinero, creía que era algo innato, la pulcritud o la mugre, el gusto por las cosas bonitas o la dejadez. Las borracheras, el fiambre enlatado, el papel de periódico enganchado a un clavo junto al retrete, creía que era una elección, que eran felices así. Hacen falta un montón de reflexiones, lecturas, clases, para no pensar de esa manera, sobre todo cuando se es una niña, y siempre ha sido así.