En cambio, si quiero obtener algo y él se niega o, simplemente, no tiene ganas de hacerlo, será muy eficaz proponerle: «Mira, me hubiera gustado que hicieras esto, pero ¡creo que no eres capaz de hacerlo!».
Ni siquiera el muchacho más indolente puede aceptar esta frustrante provocación y, para demostrar que no corresponde a la verdad, hará aquello de lo que le hemos declarado incapaz. No solo esto, sino que al final se sentirá vencedor ante nosotros y, por tanto, también satisfecho. Tal vez este sea el ejemplo más ilustrativo de «Lanzar el ladrillo para obtener el jade».