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Sylvia Molloy

Varia imaginación

Plumetí, broderie, tafeta, falla, gro, sarga, piqué, paño lenci, casimir, fil a fil, brin, organza, organdí, voile, moletón, moleskin, piel de tiburón, cretona, bombasí, tobralco, terciopelo, soutache, cloqué, guipure, lanilla, raso, gasa, algodón mercerizado, bramante, linón, entredós, seda cruda, seda artificial, surah, poplin dos y dos, dril, loneta, batista, nansú, jersey, reps, lustrina, ñandutí.

Una niña y un enfermero en una misma habitación; una visita al viejo hotel de Mar del Sur; la presencia muda de una guerra; la incorporación de una palabra nueva en una lengua ajena pero a la vez cercana; un secreto compartido entre hermanas: retazos de escenas y de recuerdos que se dan cita en estos textos y que van armando una historia posible.
Sylvia Molloy compone un libro inolvidable, considerado ya por muchos un clásico de la literatura argentina, en el que reconstruye el derrotero de una vida, nunca total y definitiva, sino más bien amorosamente hilvanada.
49 printed pages
Copyright owner
Bookwire
Original publication
2022
Publication year
2022
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Impressions

  • Alejandra Rodriguez reyesshared an impressionlast year
    👍Worth reading

  • Malena Tejedashared an impressionlast year
    👎Give This a Miss
    🙈Lost On Me

  • mecalcagshared an impression2 years ago
    👍Worth reading

Quotes

  • Pablohas quoted3 days ago
    Nos explicó prolijamente donde estaba sentado Trotsky, donde, detrás de él, estaba de pie Mercader, “el traidor de la humanidad”, y cómo había sido el golpe fatal. Nos dijo que Trotsky había gritado; que desde el cuarto vecino había acudido Natalia Sedova, su mujer, para auxiliarlo; que Trotsky había alcanzado a decirle, antes de que lo llevaran al hospital donde murió (y aquí la muchacha ahuecaba la voz): “Esta vez lo han logrado, Natalia, pero seguirá viviendo nuestra causa que es la causa de todos los pueblos” etc. etc. Me encantó ese dudoso parlamento final enunciado con tanto sentimiento, parlamento para el cual Trotsky hubiera necesitado mucho más aliento del que sin duda disponía después de la certera puñalada de Mercader.
  • Mariana Peregrinahas quoted5 days ago
    Recuerdo que el 4 de junio de 1943 mi madre me fue a retirar del colegio, no me dejó jugar en el jardín, y me hizo entrar, a pesar de que había un sol radiante. Miraba al cielo, como buscando aviones, mientras me empujaba apurada hacia la puerta de casa. Pensé que nos estaban por bombardear, como en Europa. Oí por primera vez el nombre de Perón.
  • Montserrat Montes de Ocahas quoted11 days ago
    De esas excursiones poco recuerdo. En general me resistía a ir, quería quedarme en casa, terminaba por dejarme convencer, por las buenas o por las malas. Mi única preparación era llenar una bolsa de libros por si en algún momento del viaje me dieran ganas de leer.

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