Entre los dos, medio arrastraron a Emily hasta la puerta principal y, una vez dentro, se encontraron con un escenario de silencio absoluto. A excepción de un adolescente que estaba viendo lo que parecía un episodio de los años ochenta de la telenovela «Hospital general», en una tele en blanco y negro fijada a la pared, el lugar estaba completamente desierto.
Emily empezó a gimotear.
—Sacadme de aquí. Me matarán, si es que no me muero yo antes.